martes, 9 de marzo de 2010

CARTA DE CUARESMA


Queridos hermanos;
Cada año, con ocasión de la Cuaresma, la Iglesia nos invita a una sincera revisión de nuestra vida a la luz de las enseñanzas evangélicas.
La cuaresma es un tiempo litúrgico cuyo objetivo, al igual que en el tiempo de adviento, es ser llamados a reconciliarnos o convertirnos. El reconciliarnos con Jesucristo, comienza en reconciliarnos con el prójimo, por lo que es una oportunidad de renovación de nuestra vida cristiana para recibir la liberación Pascual.
La “Conversión” es una palabra latina que significa “girarse”, girarse hacia Dios. En el Evangelio esta palabra está escrita en griego y su significado es “cambiar de manera de pensar”, o sea lo que se nos propone es cambiar nuestra manera de ver las cosas y pasar a verlas tal como las ve Jesús.
Para lograr este objetivo se necesitan una serie de medidas.
La primera medida es fijarnos una meta: Se puede empezar reflexionando, respondiendo a la pregunta: ¿qué debo hacer hoy, en nuestro mundo, como cristiano?
Las respuestas pueden ser diversas, pero si ponemos un poco de nuestra parte, la respuesta puede ser simple, “Se nos ha encargado el servicio de reconciliar” (resumen de lo que decía Pablo a sus cristianos de Corinto).
El reconciliarnos comienza y termina en Dios, en su sacramento de la confesión, también llamado sacramento de la alegría, término que expresa bien como queda el espíritu cuando lo realizamos. Sacramento que al principio cuesta mucho hacerlo, pero que luego es tan necesario para el alma como el médico lo es para el cuerpo.
La segunda medida; ¿Qué camino he de seguir para lograr mi objetivo?
La respuesta nos la ofrece la Iglesia, “en tiempo de cuaresma: Ayuno, Oración y Limosna”
La esencia del ayuno no se puede ver con los ojos humanos, pues hoy en día, el ayunar un día no es ningún sacrificio, pero si puede serlo el hecho de acordarme que es Miércoles de Ceniza, y por tanto no desayunar, o el no comerme una hamburguesa que tanto me gusta, y decirle al Señor, hoy no me la como por Ti, pero mañana si lo hare ya que tengo la suerte de que me la puedes ofrecer.
La oración es el simplemente hablar con Dios y decirle como te ha ido el día, y darle un beso como Padre tuyo que es.
La limosna no es el hecho de dar una determinada cantidad de dinero, sino el decir, Señor hoy le doy esta cantidad de dinero a esta persona, que me he ahorrado con mi esfuerzo de no tomarme un par de refrescos en el bar, o de no ir esta semana al cine…
Por tanto y como conclusión; No condenar sino reconciliar, es el camino hacia la Pascua, que se consigue con esfuerzo e ilusión, y que ahora en la Cuaresma es el momento de intentarlo, y así cuando llegue el momento de nuestra estación de penitencia le digamos a Ella, Virgen mía, estoy contento porque lo he intentado, y he puesto mi voluntad, lo haya logrado o no.